Mátame de azahar
volvámonos una peste de flores
hagámonos crestas inolvidables sobre los barrotes
que donde sea nos llegue la eternidad
estemos siempre unidos
desata de tus pechos las corolas
ahógame en tu texto tenue de luz
que ya he caminado demasiado
que de la inmensidad oigo el ruido
de tantos héroes cobardes hechos dioses
en medio del vaivén de esta enloquecida ciudad en ruinas
no necesito más mentiras
sino el puerto de tus ojos
que las venas de tu carne me abracen
que tus manos sean el fin de este vacío
Suave muchacha, soy Ulises,
el que sólo escribirá tu nombre en una pequeña barca
que invadirá orgullosa la ondulada línea de los mares
si hay un dios que nos guarde
no devores mi espíritu
no mastiques mis anhelos en tu afán de quedarte sola
amarrado del pelo frente a la ensenada
perdida la mirada en el yerro de lo acaecido
si de mí tuviste mis manos limpias
mis desvelos trémulos
mis labios temblorosos
todo el ánimo de mi alma
no nos destruyas
que para eso existe el tiempo
la antigüedad de los libros
todo el salitre acumulado en los galeotes
una bandada de pelícanos sin rumbo fijo
el enojo del destino que lucha por destruir la voluntad de los vivos.
Amada, guárdate fiel para mi partida
para mi retorno que sigue siendo el sino de los niños
te prometo que ambos seguiremos unidos
aunque todo el universo y este mar insistan en perpetuar mi viaje
y yo sólo guarde en mi pecho tu voz
templo perfecto para no ahogarme en el olvido
volveré amada prometida,
volveré.
Lauri Cristina García Dueñas
Del mar es el ahogo
Premio Interamericano de Poesía Navachiste 20
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...justo cuando parecía que Ulises por fin había vuelto, despuès de librar batallas y enfrentarse a sus demonios...se volvió a ir...y aquí está Penélope...esperando, esperando, aunque esta vez ha decidido no tejer.
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